XVIII.- POLVO CÓSMICO


Marduk estaba sentado en la sala de control principal observando la pantalla de la unidad exploradora de las fuentes de energía. La población de la Tierra producía continuamente lo necesario para que se alimentaran él y sus legiones: temor, culpa y ansiedad, las energía sutiles de las cuales se alimentaban sus tropas. Estaba esperando que le sirvieran champaña y caviar, de modo que cuando se abrió la puerta se sorprendió mucho al ver la expresión en el rostro de su sirviente que llegó con las manos vacías.
"Maestro, sobre el área de Montaña Perdida han colocado una cúpula protectora de luz de alta frecuencia. No estamos seguros de su fuente, pero pensamos que viene de una nave nodriza etérea localizada más allá de la órbita de Saturno".
Marduk sintió su adrenalina reptil agitándose por todo el cuerpo. ¿Cómo se atreven? Esos malditos etéreos no bloquearían tan fácilmente su misión de reconocimiento. Enviaría un par de sus naves de guerra para contrarrestar la cúpula protectora. Dos o tres ráfagas de radiación de sus armas de plasma destruirían la cúpula con facilidad. Dio las órdenes y pidió su champaña. Se sentó de nuevo frente a sus unidades exploradoras y maldijo a los etéreos, algo que simplemente no se hace.
Era de noche en Montaña Perdida. Los cielos estaban transparentes y Graciela sentía algo que las palabras no podían expresar. Encendió las velas en su cabana, se sentó junto a la ventana y miró hacia la noche. Todo se veía tan diferente; era como si nunca antes hubiera visto las estrellas.
Graciela se preguntó cómo había empezado Inanna a emprender su viaje multidimensional. Inanna puso en acción su enfoque y llamó a la primera de sus excursiones de carne y sangre, o sea al ser de túnica blanca que les había mostrado una columna de luz a los buscadores en el Himalaya. Le enseñó a Graciela el círculo y le permitió sentir el poder del amor que aquel ser había sentido por los que estaban en el círculo. Inanna se había entregado a ellos y había llegado a amarlos profundamente. Y, como nosotros nos convertimos en lo que amamos, ella se convirtió en parte de ellos. Formar estos seres había sido la experiencia más satisfactoria que había conocido hasta ese tiempo.
Inanna explicó: "Todos los seres que están en ese círculo han sido la fuente del amor que ha generado tanta pasión dentro de todos mis Yo multidimensionales. Y algunos de los que están en el círculo son las mismas personas que mis Yo han amado y que se han afectado mutuamente en el tiempo y el espacio".
Graciela vio a Inanna como el ser de túnica blanca que había sentido tanto amor que se atrevió a descender a las densas frecuencias de la Tierra en un cuerpo humano. No sintió temor cuando vio que salían ondas de energía de las manos que estaban dentro de la túnica blanca. Estas ondas se movieron con ternura hacia ella y la llenaron de una liviandad de ser. Graciela se abrió.
En el ojo de su mente, Graciela vio los brillantes cambiantes con todos sus colores; la temperatura de su cuerpo aumentaba y a medida que las ondas la bañaban, cada célula de su cuerpo empezaba a vibrar a una frecuencia más alta y a convertirse en luz. Graciela se estaba convirtiendo en luz: no luz reflejada, sino luz de su propia fuente, de adentro.
Sentía que se extendía, se expandía hacia el universo. Recordó a todos los Yo de Inanna, a Olnwynn, Doncella del Cielo, Tenzin y los otros. Todos vinieron a ella y sonrieron porque estaban en ella y eran parte de su proceso. Lo que ella experimentaba, ellos lo sentían. Graciela sintió una unidad, no sólo con los Yo sino también con Inanna y más allá con la Tierra, con los cedros altos, con las estrellas y el universo. Se transformó en un sentimiento de gozo inefable cuando supo, simplemente supo, que era una con toda la vida, con todo. Se convirtió en el gozo mismo.
Graciela empezó a reír. Una risa tierna y afectuosa la rodeó y, como la risa es contagiosa, Inanna empezó a reír con ella. Las dos chicas reían, reían y reían.
Las dos empezaron a sentir algo nuevo. En el mismo momento sintieron que, como eran una con todo lo que había en la creación, también eran una con Marduk. No sólo era él parte de ellas sino que lo amaban. De un modo increíble, Inanna sintió amor por Marduk, hasta vio su belleza. Ese amor les proporcionó a ellas dos la sabiduría para saber que Marduk no solamente era la proyección inconsciente de la locura tiránica de los hijos de Anu, sino que también era parte del Primer Creador.
Marduk era la porción de energía que permitía que sobre la Tierra, en la especie humana, se presentara una comedia mágica, una ilusión de limitación con el suficiente poder de crear una forma de vida completamente nueva, un nuevo código genético que portaba posibilidades nuevas y potenciales frescos para la creación.
La tierna risa de Inanna y de Graciela resonó por toda la Tierra hasta el cielo. La fuerza de su gozo se esparcía simultáneamente por toda la Tierra y más allá de ella. La conciencia no tiene barreras, así que los otros que también buscaban la verdad estaban sintiendo exactamente lo mismo en el exacto momento. Los Yo multidimensionales de Enki y Ninhursag, así como los de otros miembros de la familia de Anu, empezaron a reír. También otros quedaron afectados por este contagio de la verdad, gentes que eran de otras formas de vida y también terrícolas; todos reían en su nuevo conocimiento. El proceso había comenzado. La verdad los había hecho libres.
Marduk derramó su champaña. Se enfrentó a una visión terrible: en las pantallas de sus unidades exploradoras se vio evidencia repentina de una disminución enorme en la productividad. En menos de un minuto de la Tierra el suministro de temor había disminuido de una forma alarmante. Saltó de su trono dorado y se lastimó el dedo del pie, bueno, su garra.
Tenía que haber un error; el extenso suministro de recursos no pudo haber disminuido tan rápidamente. Empezó a gritarles a sus sirvientes y a presionar toda clase de botones electrónicos de alarma. Se estaba enloqueciendo; sus ojos se hincharon y su rostro se desfiguró. Manoteaba como un loco y les gritaba a sus clones. Pero Graciela y todos los otros estaban por encima de él, ya no los podía controlar o lastimar porque habían cambiado sus códigos genéticos y se habían alejado de su frecuencia. Ellos ya vibraban en medio de un espectro que él ni siquiera podía ver, mucho menos tocar.
Atilar había regresado a la nave nodriza y estaba con el comandante y su Dama de los Granates. Todos estaban emocionados por lo que estaba sucediendo en la Tierra. La Dama había decidido proyectar Yo multidimensionales en diferentes coordenadas de tiempo/espacio para unirse a la alegría de su amiga Inanna. Naturalmente el comandante se uniría a ella, pues era tan protector de su amada. Había empezado una nueva tendencia y muchos otros seguirían este curso de acción
De regreso en Montaña Perdida, Graciela miró el reloj. Eran casi las cuatro de la mañana y todavía estaba oscuro. Las estrellas apenas empezaban a palidecer. Ella se sentía llena de energía y se le ocurrió que sería maravilloso ir a dar un paseo. Echó algunas cosas en su mochila, llamó a sus perros y todos se dirigieron al camión. Mientras bajaban por el camino de tierra que daba comienzo a la montaña, Graciela pensó cuan agradable sería bajar por la carretera abierta a media noche y sentir el viento sobre su cabello.
Sí, pensó Graciela, iré a la ciudad, a cualquiera y de ahí me iré a otra llevando conmigo la Onda dentro de mí y ofreciéndola, simplemente con el hecho de estar ahí, a todo aquel que la quiera. ¿Cuál era el dicho? "Lo que hay que hacer, es ser" ¡Sí, eso es! En voz baja empezó a tararear compases de esa vieja canción gospel de la Guerra Civil, Amazing Grace.
Los perros competían por la ventana. Ellos compartían su felicidad y siempre estaban listos para cualquier aventura. Mientras bajaban por el camino de tierra, la camioneta de Graciela levantaba polvo; pero esta noche era polvo cósmico.

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