«El Regreso de Inanna» fue escrito en seis meses por medio de «transcripción automática». Usando la memoria de vidas pasadas de V.S. Ferguson, Inanna revela cómo ella y los otros «dioses» se han insertado a través del tiempo en sus seres multidimensionales de carne y hueso como nosotros, para activar nuestro ADN latente y liberar a la especie humana.
Desde entonces me he estado esforzando por comprender las consecuencias de lo que aprendí de Inanna. He intentado establecer la conexión entre la condición humana y las manipulaciones genéticas de los extraterrestres, incluyendo a Inanna y su familia. Seguir por este sendero, me ha llevado a investigar cada uno de los aspectos de la experiencia humana: nuestra historia que se repite, la destrucción del medio ambiente, la amenaza de los cambios terrestres, los gobiernos y sus agencias secretas, la economía y la reserva federal, las guerras interminables, y nuestros medios de comunicación controlados por las corporaciones con sus tentáculos de propaganda, las compañías de relaciones públicas.
El único elemento lógico que encontré en todo esto, es el hecho de que la familia de Inanna poseía una «disfunción» y, al parecer, han dejado una marca genética en nosotros que nos induce a comportarnos como niños maltratados que continúan transmitiendo, a través de nuestro ADN, los patrones del comportamiento disfuncional a las siguientes generaciones.
Hacia dónde conduce esto y cuándo acabará, nadie lo sabe. Pero Inanna y yo esperamos que en la búsqueda de una visión más grande y completa podamos, a través del conocimiento, liberarnos a nosotros mismos del miasma de amnesia en el que todos vivimos.
Espero que estas páginas os ayuden, de alguna manera, a recordar quiénes sois, para que podáis «conocer la verdad y esa verdad os hará libres». Y para que nosotros, la raza humana, podamos reunirnos muy pronto con el resto del Universo como co-creadores soberanos en nuestro camino a Casa.
Nos vemos en el Corazón.
V.S. Ferguson
«Esto enfureció a la Federación Intergaláctica. A causa de nuestras propias acciones, nos vimos restringidos por "La Pared", una prisión de frecuencia que congeló nuestra evolución.
«Regresen conmigo a la antigua Sumeria, a Babilonia y a Egipto. Dentro de mis Templos del Amor, doy a conocer secretos antiguos de la unión sexual cósmica pleyadiana y de mis matrimonios sagrados. A través de mis ojos contemplen la Torre de Babel, el Gran diluvio, los Túneles de las Serpientes y los cristales en espiral en la pirámide de Giza.
«Viajen conmigo por el tiempo hasta la Atlántida, Cachemira y el Pacífico Noroeste de los Estados Unidos a medida que encarno en mis Yo multidimensionales para poner a funcionar los códigos genéticos que están latentes dentro de vuestra especie y para liberar a la Tierra del control por frecuencias que ejerce mi primo, el tirano Marduk».
© 1996 Sin Límites.
Susan me envió la primera parte de su libro. Fue de una lectura rápida, ingenioso, bien contado y me afectó profundamente. A través de la voz de Inanna, los dioses se presentaron de una manera realista y práctica. Eran egoístas y fastidiosos, se comportaban como personas que he conocido antes y con las que no quería interactuar. A modo de queja le dije a Susan: "Inanna es tan malcriada y obstinada y tan desatenta a las consecuencias de sus acciones. ¡Se supone que es una diosa!" Susan respondió: "¡Exactamente!. Los dioses han sido adolescentes eternos, niños malcriados y egoístas que obtienen lo que quieren o pelean. Es difícil de creer que le hubiéramos entregado nuestro poder a alguien tan ordinario y codicioso y, sin embargo, lo hacemos constantemente una y otra vez".
¿Has tenido ya la sensación de haber oído algo tantas veces que te hace pensar que lo comprendes muy bien, pero viene alguien y te dice una cosita que quizás ya has oído antes, pero por alguna razón la escuchas de un modo muy diferente, y esa cosita ha cambiado toda la perspectiva? Las palabras de Susan me trajeron un gran descubrimiento: estos dioses son gente real que nos manipula para hacernos creer que son dioses. Y como yo había creído que estos personajes eran dioses y ya estaba enfadada porque no se comportaban como yo esperaba que se comportaran los dioses, ¿significaba eso que aún les estaba entregando mi poder, esperando que fueran más sapientes, más compasivos que un humano común y corriente, como yo? ¿Tenía todavía esa enorme brecha en mi conciencia que separa lo divino y lo humano en dos categorías completamente diferentes?
Leí de nuevo la historia, con otros ojos, y esta vez la sentí en el centro de mi ser. Me sumergí en un sentimiento de respeto por Inanna, cuya voz resonaba tan veraz a medida que contaba sus historias. Ella estaba contando su historia exactamente como sucedió; sabía que ella y los miembros de su familia eran ególatras, malcriados, y que les habían hecho mucho daño a los humanos y a la Tierra. Al no disimular o tratar de justificar sus acciones, Inanna estaba aceptando la responsabilidad por lo que ellos habían hecho, y estaba aquí para remediarlo.
De una manera muy sencilla y en un lenguaje fácil de entender, Inanna me presentó a los dioses como personas a las que podía sentir y comprender. Para mí, las historias ya no eran simples mitos; mis recuerdos latentes se estimularon y conocí a la familia de Anu como si fuera mi propia familia. Me di cuenta de que Inanna estaba haciendo exactamente lo que yo había estado haciendo en mi vida: yendo al pasado para sanar las heridas, para evolucionar. De repente se desmitificó y descanonizó a los dioses y los conocí entonces.
Mientras trabajaba en la primera parte, Susan estaba terminando la segunda y me la envió. Estaba muy intrigada en cuanto a cómo continuaría la saga en la segunda parte del libro. Los dioses estaban actualizados, eran personajes del siglo XX que trataban de sanar las heridas que habían causado al encarnar en la forma humana para activar los genes latentes y para devolver el conocimiento que con tanto ahínco habían ocultado. Y era claro que habían hecho un tan buen trabajo para "desconectarnos", que rectificar el pasado no ha sido tarea fácil para ninguno de ellos.
He llegado a conocer a Inanna muy bien y a amarla mucho. A menudo siento su presencia. Confío en la claridad y la verdad que hay dentro de ella, y creo en su deseo sincero de rectificar las acciones irreflexivas y egoístas de su familia. También he llegado a amar mucho a Susan, y le agradezco por haber tenido el coraje de traernos a Inanna para que contara su historia, y por su diligente investigación para corroborar los hechos históricos.
He disfrutado muchísimo el trabajo con este libro. Para mí ha sido una experiencia poderosa. Me percaté de muchos campos donde todavía estaba programada para creer cosas que no me servían. Comprendí y sentí profundamente mi conexión con estos dioses, y exigí mi legado como uno de ellos de un modo que no había intentado antes. En su propio estilo franco, Inanna comparte su sabiduría y agudeza de ingenio para que se cierre la brecha entre los dioses y los seres humanos. Ella recalca una verdad sencilla, una verdad muy importante: nosotros somos los dioses, sí tenemos el conocimiento y el poder; está dentro de nuestro ADN, sólo ha estado inhabilitado y latente dentro de nuestros genes, pero está allá. Solamente tenemos que creer en él para activarlo.
Tera Thomas
Febrero de 1995
Pittsboro, Carolina del Norte
PALABRAS DE LA AUTORA:
En 1990, mientras leía el libro de Zecharia Sitchin, «La Guerra de los Dioses», comencé a tener visiones de la vida de Inanna. Sus experiencias como bisnieta de Anu, del planeta Nibiru, cobraron vida para mí durante un lapso de seis meses. Las visiones eran tan reales y familiares, que hubo momentos en los que pensé que yo era Inanna. Años después, Inanna volvió a mí y me pidió que escribiera su historia para ella. Así que publiqué por mi cuenta «Inanna Returns» (El Regreso de Inanna) y un año más tarde, «Inanna Hyper-Luminal». Desde entonces me he estado esforzando por comprender las consecuencias de lo que aprendí de Inanna. He intentado establecer la conexión entre la condición humana y las manipulaciones genéticas de los extraterrestres, incluyendo a Inanna y su familia. Seguir por este sendero, me ha llevado a investigar cada uno de los aspectos de la experiencia humana: nuestra historia que se repite, la destrucción del medio ambiente, la amenaza de los cambios terrestres, los gobiernos y sus agencias secretas, la economía y la reserva federal, las guerras interminables, y nuestros medios de comunicación controlados por las corporaciones con sus tentáculos de propaganda, las compañías de relaciones públicas.
El único elemento lógico que encontré en todo esto, es el hecho de que la familia de Inanna poseía una «disfunción» y, al parecer, han dejado una marca genética en nosotros que nos induce a comportarnos como niños maltratados que continúan transmitiendo, a través de nuestro ADN, los patrones del comportamiento disfuncional a las siguientes generaciones.
Hacia dónde conduce esto y cuándo acabará, nadie lo sabe. Pero Inanna y yo esperamos que en la búsqueda de una visión más grande y completa podamos, a través del conocimiento, liberarnos a nosotros mismos del miasma de amnesia en el que todos vivimos.
Espero que estas páginas os ayuden, de alguna manera, a recordar quiénes sois, para que podáis «conocer la verdad y esa verdad os hará libres». Y para que nosotros, la raza humana, podamos reunirnos muy pronto con el resto del Universo como co-creadores soberanos en nuestro camino a Casa.
Nos vemos en el Corazón.
V.S. Ferguson
PALABRAS DE INANNA:
«Yo, Inanna, regreso para contar cómo, hace 500.000 años, mi familia de las Pléyades tomó posesión de la Tierra y alteró el genoma humano con el fin de producir una raza de trabajadores creada para extraer oro destinado a la agotada atmósfera de Nibiru, nuestro planeta y hogar. Como éramos técnicamente muy superiores, esta raza de trabajadores —la especie humana— nos adoraba como a dioses. Nos aprovechamos de ellos para librar guerras en medio de nuestras disputas familiares interminables hasta que, de un modo estúpido, desatamos sobre la Tierra la terrible arma gandiva, que envió una onda de radiación destructiva por toda la galaxia. «Esto enfureció a la Federación Intergaláctica. A causa de nuestras propias acciones, nos vimos restringidos por "La Pared", una prisión de frecuencia que congeló nuestra evolución.
«Regresen conmigo a la antigua Sumeria, a Babilonia y a Egipto. Dentro de mis Templos del Amor, doy a conocer secretos antiguos de la unión sexual cósmica pleyadiana y de mis matrimonios sagrados. A través de mis ojos contemplen la Torre de Babel, el Gran diluvio, los Túneles de las Serpientes y los cristales en espiral en la pirámide de Giza.
«Viajen conmigo por el tiempo hasta la Atlántida, Cachemira y el Pacífico Noroeste de los Estados Unidos a medida que encarno en mis Yo multidimensionales para poner a funcionar los códigos genéticos que están latentes dentro de vuestra especie y para liberar a la Tierra del control por frecuencias que ejerce mi primo, el tirano Marduk».
© 1996 Sin Límites.
Desde hace mucho tiempo conozco las historias de nuestros ancestros pleyadenses, los dioses que manipularon nuestro ADN, nos usaron como obreros y nos ocultaron la verdad en cuanto a quiénes somos realmente para beneficiarse ellos mismos. Había leído sobre ellos, oído hablar de ellos y editado pasajes largos de libros sobre las Pléyades tales como Bringers of the Dawn y Earth. Me parecía que ya conocía bien esas historias. De modo que cuando Susan Ferguson me llamó para preguntarme si estaba interesada en editar El Regreso de Inanna, casi le respondí: "¡Oh, no, no más historias de dioses!" Pero algo dentro de mí, dijo: "No respondas tan rápidamente, hay un regalo para ti en esto". Yo sí escucho mi guía interior; además, me cae muy bien Susan, y estaba lista para otro proyecto, de modo que le dije que me gustaría leer el borrador.
Susan me envió la primera parte de su libro. Fue de una lectura rápida, ingenioso, bien contado y me afectó profundamente. A través de la voz de Inanna, los dioses se presentaron de una manera realista y práctica. Eran egoístas y fastidiosos, se comportaban como personas que he conocido antes y con las que no quería interactuar. A modo de queja le dije a Susan: "Inanna es tan malcriada y obstinada y tan desatenta a las consecuencias de sus acciones. ¡Se supone que es una diosa!" Susan respondió: "¡Exactamente!. Los dioses han sido adolescentes eternos, niños malcriados y egoístas que obtienen lo que quieren o pelean. Es difícil de creer que le hubiéramos entregado nuestro poder a alguien tan ordinario y codicioso y, sin embargo, lo hacemos constantemente una y otra vez".
¿Has tenido ya la sensación de haber oído algo tantas veces que te hace pensar que lo comprendes muy bien, pero viene alguien y te dice una cosita que quizás ya has oído antes, pero por alguna razón la escuchas de un modo muy diferente, y esa cosita ha cambiado toda la perspectiva? Las palabras de Susan me trajeron un gran descubrimiento: estos dioses son gente real que nos manipula para hacernos creer que son dioses. Y como yo había creído que estos personajes eran dioses y ya estaba enfadada porque no se comportaban como yo esperaba que se comportaran los dioses, ¿significaba eso que aún les estaba entregando mi poder, esperando que fueran más sapientes, más compasivos que un humano común y corriente, como yo? ¿Tenía todavía esa enorme brecha en mi conciencia que separa lo divino y lo humano en dos categorías completamente diferentes?
Leí de nuevo la historia, con otros ojos, y esta vez la sentí en el centro de mi ser. Me sumergí en un sentimiento de respeto por Inanna, cuya voz resonaba tan veraz a medida que contaba sus historias. Ella estaba contando su historia exactamente como sucedió; sabía que ella y los miembros de su familia eran ególatras, malcriados, y que les habían hecho mucho daño a los humanos y a la Tierra. Al no disimular o tratar de justificar sus acciones, Inanna estaba aceptando la responsabilidad por lo que ellos habían hecho, y estaba aquí para remediarlo.
De una manera muy sencilla y en un lenguaje fácil de entender, Inanna me presentó a los dioses como personas a las que podía sentir y comprender. Para mí, las historias ya no eran simples mitos; mis recuerdos latentes se estimularon y conocí a la familia de Anu como si fuera mi propia familia. Me di cuenta de que Inanna estaba haciendo exactamente lo que yo había estado haciendo en mi vida: yendo al pasado para sanar las heridas, para evolucionar. De repente se desmitificó y descanonizó a los dioses y los conocí entonces.
Mientras trabajaba en la primera parte, Susan estaba terminando la segunda y me la envió. Estaba muy intrigada en cuanto a cómo continuaría la saga en la segunda parte del libro. Los dioses estaban actualizados, eran personajes del siglo XX que trataban de sanar las heridas que habían causado al encarnar en la forma humana para activar los genes latentes y para devolver el conocimiento que con tanto ahínco habían ocultado. Y era claro que habían hecho un tan buen trabajo para "desconectarnos", que rectificar el pasado no ha sido tarea fácil para ninguno de ellos.
He llegado a conocer a Inanna muy bien y a amarla mucho. A menudo siento su presencia. Confío en la claridad y la verdad que hay dentro de ella, y creo en su deseo sincero de rectificar las acciones irreflexivas y egoístas de su familia. También he llegado a amar mucho a Susan, y le agradezco por haber tenido el coraje de traernos a Inanna para que contara su historia, y por su diligente investigación para corroborar los hechos históricos.
He disfrutado muchísimo el trabajo con este libro. Para mí ha sido una experiencia poderosa. Me percaté de muchos campos donde todavía estaba programada para creer cosas que no me servían. Comprendí y sentí profundamente mi conexión con estos dioses, y exigí mi legado como uno de ellos de un modo que no había intentado antes. En su propio estilo franco, Inanna comparte su sabiduría y agudeza de ingenio para que se cierre la brecha entre los dioses y los seres humanos. Ella recalca una verdad sencilla, una verdad muy importante: nosotros somos los dioses, sí tenemos el conocimiento y el poder; está dentro de nuestro ADN, sólo ha estado inhabilitado y latente dentro de nuestros genes, pero está allá. Solamente tenemos que creer en él para activarlo.
Tera Thomas
Febrero de 1995
Pittsboro, Carolina del Norte