La desembocadura del río Indo era el centro de comercio desde el Este en aquella época. Puse todo mi empeño y los MEs divinos para crear negocios y comercio entre Sumeria, Babilonia y Egipto y el Valle del Indo. Me gustan los tesoros de Terra y tengo la habilidad para los negocios; soy una comerciante innata. Mis templos eran oficinas de intercambio que servían como lugares de canje y negocios con varios productos, así como de salones de aprendizaje y adoración.
Invité a mi madre, Ningal, para que me ayudara a diseñar y construir los templos. Ella tiene una pasión por la arquitectura y trajo consigo a su buena amiga, Maya, la arquitecta más famosa de nuestro tiempo, para planear Mohenjo-Daro y Harapa.
Maya ya había diseñado otros templos en Sumeria pero nosotras tres queríamos superar las creaciones anteriores. Nosotras tres construimos unas estructuras tan hermosas y valiosas que Anu y Antu vinieron a admirarlas.
Yo siempre he apreciado el lapislázuli. Sus azules profundos realzan muy bien los tonos de mi piel, pero no había suficiente para construir todos los templos, por eso le pedí a Enki que desarrollara un sustituto en sus laboratorios. En poco tiempo tenía más que suficiente lapis, y cubrí los pisos de los templos, las columnas y las tejas del techo con un nuevo lapis falso, que era mi regalo de Enki. El mármol y el oro se mezclaron elegantemente, con turquesa, malaquita y lapis en ritmos geométricos.
También invité a Tara para que me ayudara en los templos. Tara es la esposa de mi amigo Matali, el piloto de Enki. A Matali no le cae muy bien mi familia; supongo que nos ha conocido como "dioses" desde hace mucho tiempo. El prefiere confiar en la Gente de la Serpiente y por eso se casó con Tara, su bella princesa de la raza serpiente.
El linaje de Tara es el más antiguo en el planeta Terra. Matali dice que la Gente de la Serpiente es mucho más sabia que la de Nibiru. Él me ha contado historias fabulosas de su reino que está en lo profundo del planeta. Se dice que juegan con frecuencias que nosotros no entendemos. La adquisición del poder material no les interesa.
Lo que sí comprendí fue que Tara era la mejor bailarina que yo había visto. Yo sabía que su estilo de baile atraería a mercaderes de todo el Este a mis templos. Ella sería una persona muy útil, de modo que la invité a entrenar las bailarinas de mi templo. Tara es una hermosa mujer de piel cremosa verde pálido y ojos oscuros almendrados que parpadean como estrellas en el cielo nocturno. Collares de perlas negras y bolitas de oro cubrían sus firmes pechos desnudos. Mi amiga Tara me ayudó a instaurar una cultura grandiosa y floreciente.
También invité a Ninhursag. Ella estaba dedicada completamente a administrar sanación a sus queridos Lulus en la pirámide. Su amor y su compasión por todos los seres vivientes la convirtieron en nuestra médico más brillante. Tenía un grupo de enfermeras maravillosas que le ayudaban, pero yo sabía que ella estaba muy sola. Pasaba demasiado tiempo con ese hijo suyo Ninurta, lo que no era bueno para ninguno de los dos ¿Conocen el tipo de madre que chismorrea sin cesar con su hijo sobre el resto de la familia? Bueno, así era mi Nin.
Yo quería que Ninhursag fundara lo que ustedes llaman hospitales, pero nosotros vemos su medicina moderna como algo absolutamente barbárico. Nosotros usamos formas de pensamiento y frecuencias, no drogas o bisturíes.
Ser la única matriarca soltera en Terra le estaba saliendo caro a Nin, y yo la quería mucho. Estaba envejeciendo un poco pero ella siempre lo negaba. Nin se presentaba más competente y fresca que nunca, pero yo sabía la verdad. Yo misma me sentía un poco sola y veía con cuánto coraje ella seguía adelante.
Al observar la vida de Ninhursag, junto con mis propias experiencias, empecé a sentir comprensión por la mujer. A medida que el tiempo pasaba en Terra, los hombres de mi familia se volvían más y más dominantes. Era como si la misma atmósfera de este planeta remoto nos estuviera afectando a todos.
En las Pléyades la mujer es respetada como símbolo de la gran Diosa y es tratada con consideración. Nuestra ley prohibe estrictamente golpear o violar a una mujer. Las frecuencias fronterizas de la Tierra aparentemente produjeron un giro de esta tradición. Nuestros hombres estaban adoptando una actitud diferente hacia la mujer. Los hijos de Enki, guiados por Marduk, inventaron leyes que prohibían a las mujeres ciertas libertades en sus territorios. Por supuesto yo estaba enfadada y trastornada por esas leyes tan ridiculas. Entonces, en mis tierras, yo enfatizaba el fortalecimiento y la mejora de la energía femenina. Decidí enseñarles a los Lulus algunos de los Misterios Pleyadenses.
Cuando Ninhursag y Enki crearon a los Lulus, dejaron algunos componentes claves inactivos. Aunque los Lulus y todos los humanos nacidos de ellos, incluyendo a los habitantes de la Tierra hoy por hoy, poseen nuestros genes, algunos de éstos no funcionan Porque habían sido desconectados a propósito. A los Lulus se les enseñó a llamar a mi familia "divina", pero nosotros escasamente lo éramos. Los hijos de Anu son los adolescentes eternos, y palabras como ambiciosos y codiciosos nos describirían con más precisión.
Intencionalmente habíamos dejado los códigos genéticos de nuestra raza trabajadora parcialmente funcionando para que fueran más dóciles. Yo sabía que no podía interferir en el funcionamiento del ADN de los Lulus, pero nadie podía evitar que les enseñara ciertos secretos. Y como el pensamiento crea la realidad, yo esperaba que algunas de mis sacerdotisas y sacerdotes pudieran encender los "genes divinos" que están presentes en todos los Lulus y fomentar de este modo su evolución latente por medio de la secreción hormonal.
En la época actual el Samkhya es todo lo que queda de la sabiduría pleyadense. Samkhya es una palabra sánscrita que significa "enumerar". El concepto Samkhya sugiere que la materia está organizada a partir de dos componentes primarios, Conciencia y Energía que interactúan para crear el universo.
Es el pensamiento enfocado conscientemente lo que mueve las frecuencias de energía para que se conviertan a sí mismas en la comedia de todos los mundos infinitos e innumerables. Los físicos en su tiempo presente se están acercando a este entendimiento, pero les falta un componente y ése es el amor. No la clase de amor que han experimentado como humanos — algo limitado e imposible de predecir —, sino el amor como una fuerza primaria. A un científico contemporáneo nunca se le ocurriría medir un estado de conciencia como el amor, pero ése es el secreto. El amor es la pieza que falta en todas las teorías de campo unificado.
El amor del Primer Creador es la causa principal de este universo y de todas las otras realidades dimensionales que existen. ¿No dicen sus maestros que el amor es la más grande de todas las virtudes? No obstante, es demasiado simple, demasiado obvio para la mayoría de las personas.
De modo que enseñé este Samkhya en mis templos. Les enseñé a mis chicas y a algunos de los hombres que querían aprender a usar sus hermosas mentes y cuerpos para traer esta fuerza, la fuerza del amor divino, a Terra, a nuestras ciudades, nuestros campos y a nuestros hijos.
Fue una época maravillosa para todos nosotros. Los negocios prosperaban. A las mujeres se les permitía tener sus propiedades y mantener su fortuna por separado si lo querían. De este modo nadie las esclavizaba.
Ambos sexos eran soberanos, y los hombres eran igualmente felices. Hubo un florecimiento de la civilización y las artes. Nuestros campos eran abundantes, el comercio con Sumeria y Egipto gozaba de prosperidad y las artes de la danza, el canto, la pintura y la escultura estaban en todo su apogeo. Los rumores de las obras arquitectónicas de Maya se esparcieron por todo el mundo.
*
De todos los rituales iniciados en mis templos, el rito del matrimonio era el favorito. Las sacerdotisas se vestían y preparaban a la novia, quien era educada en las artes de complacer a su marido y en métodos de asegurar la concepción cuando lo deseara.
El marido también era preparado e instruido en estos asuntos. En esos tiempos era de conocimiento general el hecho de que el mayor placer se lograba estimulando a la hembra al punto más elevado del éxtasis. La novia se convertía en el canal para toda la energía femenina en la creación y el marido se convertía en toda la energía masculina. Esa unión permitía que las fuerzas del Primer Creador y de la gran Diosa se expresaran en Terra.
El secreto de esta unión es la concentración. Nosotros entrenábamos a la pareja para que lograra una concentración profunda mirándose mutuamente a los ojos mientras estaban realizando el acto. Cada célula del cuerpo, así como toda la conciencia del ser, debe estar allí en ese momento. Todo pensamiento debe estar enfocado en el ahora. Una mujer no puede lograr estados elevados de conciencia en esta unión si está preocupada por la lista de legumbres o alguna otra tontería. Pensar en el pasado o preocuparse por el futuro solamente debilita la experiencia.
Recetábamos vinos y elíxires para aumentar la concentración de aquellos que requerían de ayuda, pero nuestros mejores alumnos no necesitaban ningún tipo de ayuda exterior. Las energías que ellos emanaban reforzaban la fertilidad de nuestra agricultura y la felicidad de nuestro pueblo. A menudo sanaban a los enfermos.
En el Valle del Indo se amaba y se veneraba a los animales. En nuestras transacciones usábamos elefantes y bueyes. Llegamos a quererlos tanto que los venerábamos en los templos. Yo tenía lugares destinados para que los viejos se retiraran con seguridad. Allí se les amaba y se les protegía. Los niños los visitaban con frecuencia. Muchos de los Lulus todavía conservaban el don de hablar con los animales y se les buscaba para que entrenaran a los elefantes, al búfalo asiático, a los bueyes, leones, gacelas y toda clase de animales.
Hasta hoy mis ojos se llenan de lágrimas cuando recuerdo a mis dos leones domésticos. Estas criaturas me amaban con todo su corazón y fueron una gran bendición para mí. La sabiduría que me enseñaron nunca me dejará. El macho me permitía montar sobre su lomo por las calles y nunca me abandonaba. La hembra me cuidaba con los instintos firmes de una madre. Estoy segura de que nunca sentí tanto amor y lealtad como los que ellos me brindaron.
*
Después de unos cuantos cientos de sus años, empecé a perder el encanto de establecer una nueva civilización en el Valle del Indo. Los negocios marchaban bien, los templos estaban construidos, y mis sacerdotisas estaban tan bien entrenadas que ya podían manejar las cosas sin mí.
Mi amigo Matali me llevaba con frecuencia a la ciudad sumeria de Uruk para controlar las entregas de grano y cosas así. Extrañaba Sumeria, Egipto y el Abzu de Enki. Mis ciudades no eran tan sofisticadas; no tenía puerto espacial con acceso a la estación en órbita. Me sentía como si estuviera estancada en el interior del país.
Además, no tenía marido. Matali decía que por fortuna no estaba casada con ninguno de mis parientes, ¡pues él no los tenía en muy alta estima!
Mientras este dilema me dejaba perpleja, se me ocurrió una magnífica idea. Allá en Uruk, Anu estaba otorgando los poderes de monarquía a algunos de los Lulus más sobresalientes de la época. Anu les delegaba un poder limitado a aquellos que gobernaban las ciudades. Les dimos a los Lulus control sobre los asuntos humanos que carecían de importancia para nosotros.
La monarquía se estaba convirtiendo en una parte importante en la nueva vida de Terra. ¿Por qué no podía ser yo la encargada de otorgar este poder? Si podía convencer a Anu de que yo podía reemplazarlo, él no tendría que preocuparse por todo eso y tendría más tiempo para sí y para las fiestas de Antu. Yo sabía que a Antu le gustaría la idea.
Antu siempre me había querido y yo había esculpido su rostro en las estatuas de las diosas de mis templos. El hecho de ser la hermana de Anu le había otorgado un poder incuestionable y tenía conexiones políticas por toda la galaxia.
A Antu nunca pareció incomodarle el flujo continuo de concubinas de Anu. Yo siempre sospeché que ella sabía sumergirse en estados de conciencia extáticos. ¡Es una dama tan feliz, llena de lo que llaman joie de vivre!
Con el fin de convencer a Anu y a Antu de que yo era la persona indicada para escoger los reyes, construí un templo en Uruk. El templo en sí estaba dedicado a Anu. En la parte interior, el área más importante, coloqué una cama de oro sólido con el nombre de Antu grabado visible y bellamente sobre ella. La cama estaba elevada sobre un estrado y estaba soberbiamente adornada con flores frescas y sedas flotantes. Este templo en Uruk se llamaba la Morada de Anu.
Pero la cama que estaba dentro del lugar sagrado le representaba a todos a qué mujer escuchaba Anu. ¡Qué detalle! ¡A ambos les encantó! Cuando les pedí que me concedieran el derecho de otorgar la monarquía, ambos accedieron. Claro que yo le debía informar a Anu sobre mis decisiones. Mi bisabuela Antu estaba feliz con las perspectivas de mi nueva carrera. ¿Y qué mejor manera de encontrar un marido?