V - ENKI


Nosotros los pleyadenses nos consideramos de la raza de cepa reptil. Como evidencia de nuestra conexión con ustedes, la especie humana posee un cerebro reptil localizado en el cerebelo, el cual controla las funciones autónomas del cuerpo. 
En todos los mundos, incluyendo el sistema solar pleyadense, abundan muchas razas. En su lenguaje no hay palabras para describir estas razas; ni siquiera podrían pronunciar esos nombres, pues los sonidos les serían muy extraños.
Cuando Anu llegó por primera vez a Terra hace 500,000 años, la Gente del Dragón y la Gente de la Serpiente ya estaban aquí. Obviamente, no querían compartir su planeta. 

Anu quería el oro, pero la Gente del Dragón temía que él no respetaría sus métodos pacíficos. Ellos habían pasado eones distribuyendo líneas de energía magnética alrededor de Terra y habían construido innumerables túneles en colaboración con la Gente de la Serpiente. Los vórtices de energía que potencian sus civilizaciones se encuentran en esos túneles junto con enormes almacenes de piedras preciosas y metales. 
Hubo un buen número de batallas en Terra y en sus cielos, pero finalmente se hicieron arreglos, se demarcaron límites, y Anu aceptó casarse con una princesa Dragón llamada Id para sellar la alianza. De esta unión salió el niño Enki.
Id es hermosísima. A Anu le parecieron misteriosamente atractivos sus ojos rojos y su piel metálica dorada. Su hijo, Enki, tiene un porte de elegancia aristocrática y tiene una cola. A mí me gusta la cola, creo que le agrega misterio a su cara de Merlín. 
También tiene orejas puntiagudas con lóbulos largos, lo que parece haber causado algo de confusión en cuanto a quién realmente es, pero el parecido de Enki con la criatura mítica llamada el Diablo es completamente accidental. Mi querido Enki es un ser bondadoso cuyo defecto principal consiste en ser incapaz de decir "no".
Ciertamente no es un demonio.

Enki fue educado en Nibiru. A su madre, Id, no le gustaban mucho las fiestas sin fin que ofrecía mi bisabuela Antu, de modo que Id y Enki estaban felices de mudarse a Terra. Allí Id vivía con su gente en los túneles, y Enki se construyó un hermoso reino en el mar llamado el Abzu. Las estructuras del Abzu fueron construidas de plata y lapislázuli. Tenía parte en lo alto de una montaña y parte sumergida bajo el agua. Esto era algo práctico, pues la parte sumergida ofrecía protección de las ondas de radiación inciertas que se extendían por Terra en los primeros días.

Cuando Enki no estaba trabajando en el Abzu, construía represas y desviaba aguas. Como era un amante del agua, a menudo remaba solo por las ciénagas de Sumeria y Babilonia en un bote pequeño y estudiaba los peces, insectos y hierbas que había en las riberas de los ríos. Enki amaba su planeta. Supongo que lo aprendió de Id. La belleza de Terra corre por la sangre de su pueblo antiguo. 
Desafortunadamente, Anu envió a Enlil a Terra después de que Enki había estado allí un buen rato. Cuando Enlil llegó para hacerse cargo de la colonia, recalcó el hecho de que él era el hijo legítimo de Anu, de modo que Enki no tenía que aceptarlo. 
Se dividieron los dominios. A Enki le tocó Egipto y el Abzu. Enlil asumió el control de Sumeria, las operaciones mineras en África, el puerto espacial y el manejo de los astronautas, tanto los que estaban en órbita, como los que estaban en Terra. Ninhursag me contó que Enlil y Enki peleaban cuando eran niños. En secreto ella pensaba que Antu los había enviado a ambos a Terra para que sus riñas continuas no interfirieran con sus fiestas.

Enki no animó mucho a la Gente del Dragón para que colaborara con su medio hermano Enlil. Los Dragones naturalmente preferían a Enki, pues era uno de ellos y protegía mucho a su madre, Id. 
Enki no estaba de acuerdo con ninguna de las decisiones que tomaba Enlil, lo que causó estragos en Terra. Ninguno de los dos tenía razón ni estaba equivocado, cada uno quería salirse con la suya y tener el control absoluto. 

Los hijos de Enki y Enlil llegaron a compartir los mismos sentimientos, y sus padres no vacilaron en utilizarlos en sus conflictos. Toda la familia y los Lulus fueron arrastrados hacia esta rivalidad, que ha sido el catalizador de toda la infortunada historia de Terra.
*
Aunque yo soy la nieta de Enlil, disfruto siempre de la compañía de Enki. Él es alguien con quien uno se puede divertir; ama a las mujeres, ¡a todas! Enlil es tan serio. Enki y Enlil son como el agua y el aceite.
A medida que pasaba el tiempo en Terra, se seguían subdividiendo los territorios entre los hijos de Enki y Enlil para evitar la guerra. Era fácil ver que si yo misma no me hacía cargo del asunto, terminaría con las manos vacías en este grupo pendenciero, de manera que decidí hacerle una visita a Enki

Me puse mi mejor vestido de gala, mis mejores joyas y volé hacia el Abzu. Sabía que Enki guardaba los MEs divinos allá y tenía la esperanza de aprovecharme de su debilidad por la bebida y las mujeres. 
Los MEs están basados en una tecnología que apenas se está descubriendo en Terra. Imaginaos una computadora que contiene todo el conocimiento del universo. Esta computadora transfiere el conocimiento a la mente del usuario en forma de hologramas. De modo que el conocimiento se transmite al usuario holográficamente y en su totalidad, así que el conocimiento no ocurre por partes en forma lineal. 
El poseedor de los MEs tiene un entendimiento de la información que hay en cada uno de los MEs instantáneamente. 
El conocimiento es poder; poder para crear civilizaciones, para predecir el movimiento de las estrellas, para viajar más allá de Terra, para regular la atmósfera, todas las ciencias y las artes. Yo quería tener ese poder.

Como siempre, Enki estaba dichoso de verme. Mientras alababa mi belleza y encantos, me abrazó de un modo inapropiado. Los sirvientes de Enki nos siguieron hasta un rincón acogedor donde había bandejas con manjares deliciosos importados de Nibiru, pasteles exquisitamente preparadas y cervezas sumeras. 
Cuando Enki estaba distraído, empapé su cerveza con mis hierbas mágicas. Estas hierbas incrementan la frecuencia de uno, especialmente en hombres de edad cuya potencia ya está decayendo. Enki estaba feliz y no me podía quitar los ojos de encima, puesto que soy tan encantadora. Bebió mucha cerveza. 
Enki tiene un gran sentido del humor y yo le contaba las historias más chistosas sobre las sacerdotisas en mis templos. Festejamos, bebimos y reímos durante tres días. 

En más de una ocasión dancé para Enki, algo así como el número de los siete velos que puede ser tan eficaz. ¡A él le encantó!

Finalmente, le pedí los MEs. Muchos de los hijos ya los poseían, y yo solamente quería mi propia serie. Al principio estuvo reacio; él sabía que eso estaba prohibido. Enlil se enfurecería si llegara a saber que los obtuve sin su permiso. Habría que decírselo. Entonces, le serví otro trago a Enki. ¡No veía por qué el gran Enki tenía que pedirle nada a su hermano! 
Le conté una historia del templo particularmente picante. Mientras todavía reía, le pedí los MEs con mi voz más dulce. ¡Enki estaba tan excitado con mis seducciones que finalmente dijo que sí! Creo que también le producía placer la idea de cuánto enfadaría esto a Enlil.
Enki empezó a sentir los efectos de las hierbas y se quedó dormido. Cuando empezó a roncar, guardé los MEs en un estuche de oro que había traído. Los MEs se ven como cristales de doce lados de gran belleza y color y solamente se pueden activar si uno conoce los sonidos sagrados que los hacen vibrar y emitir sus secretos. En Nibiru, Ninhursag me había enseñado estos sonidos.

Cuando los ronquidos de Enki se hacían más recios, me escabullí por la puerta con los MEs. Había llevado dos naves conmigo. Una era oficial y la otra era mi nave privada. Tenía el presentimiento de que Enki podría cambiar de opinión y trataría de recuperar los MEs cuando despertara. De modo que envié mi nave oficial a casa como señuelo y me alejé en mi nave pequeña, la que puedo pilotear con facilidad.

Al despertar, Enki no recordaba muy bien lo sucedido y sus sirvientes tuvieron que recordarle que me había entregado los MEs. Como se sintió un poco abandonado y usado, su ego masculino entró en acción. Con un grito les ordenó a sus sirvientes que me persiguieran, que me trajeran junto con los MEs. Yo sabía que era un pretexto para que yo regresara y para pacificar a Enlil y a los otros dioses. Con astucia yo había previsto esta posibilidad y estaba escondida a salvo bajo tierra en un santuario de los Dragón con mis MEs.

En la familia de Anu se tiene la costumbre de que si tienes la voluntad para tomar el poder, te respetan por ello. Enki y Enlil estaban tan impresionados con mi atrevimiento que me concedieron el derecho de conservar los MEs. Me nombraron miembro del consejo familiar, el Panteón de los Doce. 
¡Yo había alcanzado todo lo que quería y más! 
Me declaré Reina de Cielos y Tierra. 
Ahora poseía la tecnología para fundar mis propias ciudades y alcancé un lugar de mayor poder dentro de mi familia. 
Obtuve el poder porque con coraje me lo había apropiado, ¡y todavía quiero mucho a Enki!