VI.- EL PASADO INEXISTENTE


Inanna y Melinar regresaron al óvalo. Éste era un sitio central de concentración para ellos y les ayudaba a mantener un poco de orden dentro de todo el malabarismo de los cambios de tiempo dimensionales. Viajar a través del tiempo puede ser desconcertante incluso para el más avanzado viajero. 
De vez en cuando Inanna se sentía tentada a imaginar que el pasado era el pasado o que los Yo multidimensionales eran consecutivos. En esos momentos, Melinar le recordó que se centrara firmemente, le dijo que no olvidara que en la mente del Primer Creador el tiempo no existe y que todas sus encarnaciones eran simultáneas.


Melinar observó que Olnwynn no estaba. Inanna empezó a examinar sus realidades y se dio cuenta de que el alto guerrero todavía estaba en el bosque de cedros. Este lugar le recordaba su hogar en el norte de Irlanda y por eso estaba triste y nostálgico. Pensó en su hijo. Había tantas cosas que extrañaba, tantas cosas que dejó inconclusas. ¿Por qué se había vuelto tan cruel con aquellos que amaba?
Inanna emitió en su conciencia una especie de banda de caucho magnética y suavemente lo jaló hacia el óvalo. Ante esta nueva situación Olnwynn reaccionó con un estallido de ira. Él había conocido el temor, pero siempre lo había expresado en forma de rabia. Preguntó dónde estaba y quiénes eran ellos.
Inanna se volvió hacia Melinar y ambos se pusieron de acuerdo para mostrarse ante Olnwynn como seres radiantes de fotón, una forma que parecía agradarles a los humanos. Conservaron la forma de humanos pero sus cuerpos estaban hechos de fotones que caían en forma de estrellas fugaces y exhibían un amplio arreglo de colores dorados y de luces cambiantes. Era algo digno de presenciar. Olnwynn miró con atención las formas y se sintió tranquilo. No obstante, Inanna estaba un poco cansada y continuamente perdía esta forma. Cambió la forma del ser de fotón por la del sacerdote druida y luego pasó a su voluptuoso cuerpo azul pleyadense. Esto naturalmente agitó a Olnwynn quien ya tenía suficientes problemas para ajustarse a su nueva realidad.
"¡Suficiente!" Dijo Olnwynn enfadado. 
"Insisto en que me digan la verdad. ¿Quiénes son ustedes y qué hago yo aquí?"
Melinar le respondió: "Tú eres lo que nosotros somos. Específicamente tú eres ella". Melinar señaló a Inanna que había dejado de cambiar de formas por el momento y que se había quedado en el cuerpo azul, su favorito. Olnwynn permaneció escéptico. La idea de que ella era una mujer azul le era totalmente extraña, aunque ella era encantadora y le parecía muy familiar. En su vida había tenido muchas visiones, pero últimamente había sido muy difícil esclarecerlas pues estaba en un estado permanente de ebriedad. Al él le encantaba la bebida.


Melinar siguió su explicación: "Nosotros somos lo que tu eres. Esta es la señora Inanna quien te ha creado, por decirlo asi. Una parte de ella se ha proyectado hacia el continuo espacio/tiempo para que te formara a ti, Olnwynn. Tú te has visto como una entidad separada porque así te diseñaron, pero esa separación es una ilusión. Tu conciencia y todos los datos de tu vida serán reabsorbidos hacia el todo, así como todos los datos son eventualmente absorbidos hacia la mente del Primer Creador. En realidad ninguno de nosotros ha salido de la mente de Él.


A Olnwynn no le gustó para nada esa tontería de "reabsorber". Lo hizo pensar en cosas como aniquilación u olvido total.
Melinar leyó sus pensamientos y le explicó: "No, hijo mío, no serás aniquilado. Tú y tu conciencia permanecerán intactas. Simplemente llegarán a ser parte de un cuerpo de datos más grande y al mismo tiempo serás el Olnwynn que es familiar para ti. La señora Inanna te ha creado con un fin que es ayudar a la liberación de la especie humana".
La única manera de liberación que recordaba Olnwynn era cortar cabezas. Además no le gustaba la idea de haber sido creado por una mujer para un propósito del cual él no sabía nada. En la Tierra él había sido un rey y no estaba acostumbrado a que lo controlaran. Empezó a quejarse. ¿Era él no más que un peón en el juego de alguien? ¿Había sido él el juguete de alguien que ni siquiera sabía que existía, sin importar cuán atractiva fuera ahora?


Melinar le sugirió que se sentara mientras le explicaba: "Hace unos 500,000 años, un grupo de viajeros del espacio de un sistema llamado Las Pléyades estableció una colonia minera en el planeta Tierra. Era un grupo familiar de un jefe supremo llamado Anu. Ellos vivían en un planeta artificial que le da la vuelta a este sistema solar cada 3,600 años. La familia de Anu vino a la Tierra a buscar oro para su atmósfera, la cual estaba casi agotada a causa de sus frecuentes guerras radioactivas. La familia era un grupo muy conflictivo que tenía la tendencia a irse a la guerra por la más mínima provocación.
"Una vez establecida la colonia minera, era obvio que se necesitaban más trabajadores para las operaciones mineras, de modo que los científicos de la familia, una hermana y un hermano llamados Ninhursag y Enki tomaron una especie humanoide que habitaba en la Tierra en ese tiempo y manipularon su material genético. Produjeron una raza de trabajadores que desde entonces han sido los principales habitantes de este planeta".
Olnwynn estaba pasmado. Cuando era un muchacho había oído esas historias de las enseñanzas secretas de los druidas, pero las había olvidado cuando maduró y empezó a degollar a sus semejantes en la búsqueda del poder. Había muchos mitos en cuanto a que los druidas procedían de un reino mágico llamado Atlántida. Según los druidas, había habido una gran guerra, Atlántida había desaparecido bajo el mar y sus habitantes habían emigrado hacia las islas en las cuales había crecido Olnwynn.
"¿Entonces eso quiere decir que yo no he sido más que un miembro de una raza de esclavos?" La idea le era repulsiva a Olnwynn. Por otro lado, pensaba que podría ser algo muy interesante conquistar todo un planeta.... todas esas cabezas.
Melinar se esforzó por enrutar la conciencia de Olnwynn hacia un estado más elevado: 
"No, hijo mío, tú fuiste creado por la señora Inanna para rescatar a la raza de trabajadores. Un miembro de la familia de Anu, un varón de nombre Marduk, controla la Tierra en este momento. Esta entidad y sus legiones se rehusan a dejar libres a los humanos. Deseamos que la raza humana regrese a sus habilidades originales, que conecte sus códigos genéticos. Deseamos dejarles el camino expedito y permitirles su propia evolución natural como era la intención del Primer Creador".


Olnwynn no estaba muy seguro de qué eran los códigos genéticos, pero estaba empezando a comprender. Inanna le estaba dando toda la información que requiriera sin llegar a confundirlo. Como él había luchado muchas veces y de diferentes formas contra los tiranos de su hogar, empezó a comprender cómo era Marduk. Cuando era joven él había jurado luchar contra la tiranía donde quiera que fuera, hasta que él mismo se convirtió en un tirano. Estos pensamientos lo hicieron sentirse triste.
Sin saber de dónde, apareció un anciano real montado en un enorme dragón verde y dorado. Olnwynn sólo había visto estos dragones en pinturas y estaba un poco perplejo, pero Inanna transfirió a su mente la información necesaria y él se abrió a los visitantes.
Inanna habló: "Olnwynn, este es mi tío abuelo Enki. El es uno de los creadores de la especie humana y éste es Puffy, su dragón preferido".
Enki sonrió; siempre se alegraba de ver a Inanna y conocía muy bien a Melinar. Él también estaba proyectando porciones de sí mismo en la especie humana en diferentes tiempos. Había dedicado toda su energía a rescatar la especie que él había creado; a rescatarla de las garras de su propio hijo, Marduk. Para Enki había mucho en juego.
Enki le habló al Yo multidimensional de Inanna: "Olnwynn, he venido especialmente a visitarte. Te he admirado mucho desde lejos. Yo también he sido muy aficionado a la bebida y a las mujeres de la Tierra. Esa combinación puede ser muy placentera. Si yo hubiera sido tan bien parecido como tú, habría...."
Simultáneamente Inanna y Melinar le lanzaron una mirada ceñosa a Enki.
"Pero también he admirado tu coraje infinito", agregó Enki. "Coraje es lo que necesitamos ahora. Se necesitará mucho valor para que los niños de la Tierra crean la verdad y ellos tienen que aprender estas cosas muy pronto. Se acerca un gran cambio en su planeta y deseamos instruirlos en cuanto a esto para que no tengan miedo. De ti, Olnwynn, ellos podrían recibir este coraje para saber, para saber la verdad".


Olnwynn pensó para sí que sería un placer luchar contra este Marduk y sus legiones. Le fascinaban las buenas batallas y se dio cuenta de que mientras más tiempo estaba separado de su hogar, más lo amaba y más quería a las gentes que vivían allá. Deseaba abrazar a su hijo, e incluso extrañaba a su bella esposa. Deseó no haberla tratado tan mal; quizás algún día podría recompensarla. Sí, qué bueno sería luchar contra este Marduk, liberar a la gente de todos los tiranos.
"Me comprometo a ayudar a derrotar a este tirano. Le daré coraje a todo el que lo pida. Pueden contar conmigo".
Inanna le sonrió al hermoso guerrero. Después de todo, era probable que no se hubiera perdido toda la energía que ella había puesto en este hombre apasionado. Melinar le recordó que nunca se pierde nada.
"Bien Olnwynn, eso está muy bien", dijo Inanna con ternura. "¡Pero es mejor que te acostumbres a viajar en el tiempo!"

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