Desde su cabaña Graciela observaba el cielo estrellado. El fuego ardía con vigor y sus perros soñaban cómodamente sacudiendo sus patas. Graciela se quedó sin aliento ante la belleza de una estrella fugaz que cayó a lo largo del cielo nocturnal. Trató de recordar lo que eso significaba. ¿Acaso era buena suerte? En ese momento sólo pudo pensar en objetos voladores no identificados. En 1975 ella había visto un ovni sobre el Monte Shasta en California. No era extraño ver ovnis en este lugar; la gente los veía todo el tiempo, pero Graciela había visto la nave a plena luz del día y no había olvidado esa experiencia.
Ella había salido a caminar con algunos amigos y luego decidió seguir sola. Miró al hermoso cielo azul claro y vio un disco grande como de peltre que flotaba por encima de ella. En vez de emocionarse, ella sintió pánico y la adrenalina se aceleró por todo su cuerpo. En ese mismo instante, la nave ascendió en forma vertical y desapareció. Graciela corrió hacia sus amigos y con la voz entrecortada les preguntó: "¿Lo vieron, lo vieron?" Pero ninguno había visto nada; solamente ella había visto el ovni ese día. Nunca pudo olvidar ni resolver este misterio, el cual la había obsesionado desde entonces.
Por supuesto ella había leído todos los libros que había encontrado sobre los ovnis y las experiencias que otras personas habían tenido con ellos, pero esto no pareció ayudar. Muchas personas trataron de convencerla de que sólo había sido su imaginación puesto que la suya era muy viva, pero ella sabía lo que había visto ese día y nadie pudo persuadirla de lo contrario.
Aun más extrañas eran las imágenes que Graciela había pintado antes del avistamiento, y cuando tenía escasos 16 años. Las pinturas eran de grupos de seres que se veían exactamente como los extraterrestres grises que más tarde eran dibujados por la gente que decía haberlos visto o que habían sido raptados por ellos. Graciela se disgustó cuando vio a los extraterrestres grises de sus pinturas en una película muy de moda y en la cubierta de un best seller. Ella no recordaba si la habían raptado, como a muchos otros, aunque trató de recordar. Tampoco le inspiraban temor estos pequeños amigos grises. De una forma misteriosa, todas las pinturas que ella había hecho en este período fueron hurtadas. Esas pinturas constituían su serie más popular.
Se dio cuenta de que sus ojos estaban ya cansados de observar las estrellas y los cerró. En su mente, se vio volando por el espacio, las galaxias le pasaban zumbando, ¿o era al contrario? Ella sintió que se acercaba más y más a un planeta en particular. Sus colores eran muy extraños, algo así como animación surrealista por computadora, pero no eran colores de la Tierra. El planeta estaba desierto, vacío de vida o seres vivientes. Rápidamente se cansó de esos paisajes solitarios tan elegantes.
Regresó al espacio y sintió que descansaba dentro de lo que parecía ser su nave privada. Había una silla reclinable que estaba al frente de un panel de control, pero todo era oscuro y escasamente alumbrado en la parte interior. La nave parecía funcionar única con los pensamientos de Graciela y, el ser en el que ella se había convertido, quien piloteaba este vehículo, sabía exactamente cómo darle órdenes con su mente.
La nave como objeto material desapareció misteriosamente de los alrededores de Graciela y su conciencia empezó a moverse con facilidad a través del espacio para explorar otro planeta. Este planeta tenía colores similares, pero había grandes charcos de líquido y seres que tomaban forma a partir de esos charcos. Los seres de líquido eran muy amables y amistosos. Ella sintió que podía permanecer allá mucho tiempo y aprender de ellos.
Graciela escuchó una voz en su cabeza: "¡Son los Liquidianos!" La aventura de Graciela había atraído a Atilar, ya que este planeta era uno de sus favoritos. Le sonreía a Graciela, saludaba a sus amigos y uno por uno se los presentaba. Esto era demasiado para Graciela. Se sentó en medio del desconcierto y asustó a sus perros. Trató de recuperar el control de sí misma y decidió que era hora de ir a la cama y dormir un poco. De vez en cuando las cosas se volvían demasiado pesadas y ella no podía manejarlas.
Fue hacia su pequeña cama y se acomodó debajo de las mantas calientes. Olnwynn apareció para protegerla. Le llamó la atención a Atilar y lo acusó de sobrecargar a la pobre muchacha. El gran guerrero celta se sentó al pie de la cama de Graciela entre los dos perros para montar guardia esta noche.
Marduk flotaba sobre las aguas color turquesa de su piscina en Sri Lanka. Le gustaba especialmente esta isla sobre el océano índico porque cuando le pusieron el nombre de Ceilán, había sido el hogar del demonio Raksasa Ravanna, quien les había causado grandes dificultades al dios Rama y a Sita en una época anterior. Mientras les sonreía a sus recuerdos, Marduk observó un pájaro llamativo y raro que volaba por el cielo. También amaba a Sri Lanka porque era un lugar de conflicto como el Oriente Medio, el Norte de Irlanda y más recientemente Egipto. Todas estas áreas de conflicto constituían deliciosa comida para Marduk y sus ejércitos, los cuales se alimentaban del temor y el desespero.
Un sirviente androide entró en el jardín de Marduk: "Señor, algo está apareciendo en la unidad exploradora y yo creo que usted debe verlo. Hay evidencia de una conciencia interdimensional entre los terrícolas".
"¿Cómo?" Marduk se levantó bruscamente de su salvavidas inflable y tumbó su vaso de martini de cristal francés. "Sigúeme al cuarto de exploración", ordenó.
Marduk condujo al androide hacia el cuarto de exploración, nadie se atrevía a guiar a Marduk a ningún lugar. La unidad exploradora estaba en el centro subterráneo de comunicaciones, uno de los tantos que había construido. Él había convertido la arquitectura subterránea en todo un arte. Sus nuevas máquinas para construir túneles hacían que los viejos túneles de la Gente de la Serpiente se vieran toscos y patéticos. Los túneles de Marduk eran sin par y estaban forrados con un material que parecía mármol italiano fino pero que emitía un amplio espectro de luz y frecuencias electromagnéticas.
El cuarto de exploración estaba amueblado con un escritorio Luis XIV, ornamentado con oro real y una silla de trono que hacía juego. Sillas de mano antiguas chinas adornaban la pared del cuarto y un tapete persa cubría el piso de lapislázuli. La unidad exploradora emitía una señal que mostraba el lugar de la conciencia interdimensional. Se señaló el lugar: Montaña Perdida, el Noroeste del Pacífico.
Marduk estaba furioso. Esta nueva conciencia apenas comenzaba, pero Marduk sabía que tenía que extinguirla inmediatamente antes de que creciera y se esparciera hacia otros como un cáncer. Si los seres humanos se daban cuenta de que había otras dimensiones y otras formas de vida, sus cerebros podrían abrirse más allá de su lastimosa capacidad normal del 10% y ya no podrían ser controlados. Y Marduk vivía para y del control.
Ordenó que se enviara un helicóptero a Montaña Perdida con la doble función de fotografiar el área y de asustar al ser humano que vivía allá. Quizás él podría espantarla de la montaña y hacerla regresar a las ciudades donde las frecuencias electromagnéticas eran más fuertes, más hostiles y la harían volver a modo de supervivencia, lo que aplastaría este nuevo estado de conciencia que florecía.
Graciela despertó. Sus perros ladraban furiosamente. A través de la ventana de su cuarto se filtraba un chorro de luz que caía sobre las mantas de la cama de Graciela. La luz venía de un helicóptero que flotaba ruidosamente en el aire por fuera de la ventana. Ella brincó de la cama y corrió hacia abajo. ¿Qué diablos pasa?
Ahí estaba, un enorme helicóptero negro que no era como los helicópteros que ella había visto antes. Era liso, ominoso, amenazador, algo como sacado de una novela de ciencia ficción. Su oscuridad se veía más siniestra a causa del diseño aerodinámico de su estructura.
La máquina negra continuaba derramando su rayo de luz hacia la cabaña de Graciela. Por un momento pensó en un arma para defenderse pero luego se dio cuenta de que eso no le serviría para nada. Un helicóptero como ese seguramente tendría a bordo armas sofisticadas, por lo menos rifles M-16. Ella se obligó a respirar profundamente. El helicóptero voló a lo largo y ancho del valle donde Graciela vivía muy sola. Envió una poderosa luz infrarroja a un establo y gallinero abandonados que había en la parte baja de la carretera.
Finalmente, después de meter a la fuerza otra vez el chorro de luz, el desagradable helicóptero negro desapareció, aparentemente rumbo hacia el norte. Graciela no sabía a que punto exactamente. Se sentó rendida y trató de calmar a sus perros. ¡Definitivamente necesitaba un trago de vino!
Mientras Graciela corría por su cabana, Olnwynn llamó la atención de Inanna hacia el helicóptero negro.
"¡Marduk!", exclamó Inanna. "¿Cómo se atreve? Si llega a tocar a Graciela, lo llevaré ante el Consejo antes de que pueda parpadear. ¡Lo que no daría por apuntar mi arma de plasma a su perfecta nariz!"
Melinar detuvo esos pensamientos en Inanna. "Inanna, querida, estamos en el proceso de evolución. No es apropiado que abrigues pensamientos de venganza en este momento".
"Quisiera envolver a ese reptil hijo de.... Está bien, Melinar, me calmaré; estoy pensando como Olnwynn".
Éste se rió. Ahora me va a echar la culpa a mí, pensó él, cuando ella fue quien me creó para empezar. "Inanna, tenemos que proteger a Graciela", le suplicó Olnwynn.
Inanna acudió a sus pantallas y llamó a Anu, quien estaba en las naves de los Etéreos con Enlil. A Atilar todo esto le pareció muy interesante y, cuando vio que la nave nodriza de los Etéreos entró en la conciencia de Inanna, con emoción se proyectó a sí mismo a bordo. Inmediatamente estaba parado al lado de Anu y Enlil en el cuarto de comunicaciones y en ese momento les estaban informando sobre el incidente del helicóptero.
"Atilar, ¿qué haces?", gritó Inanna.
Anu respondió por Atilar: "Oh, permítele que se quede. He querido hablar con uno de tus Yo multidimensionales Inanna, y éste me parece bastante apropiado. No te preocupes por Graciela; voy a ordenar protección inmediatamente. Ese pillo, aunque sea mi nieto no le permitiré que destruya lo que podría ser nuestra última esperanza".
"Oh, Anu, no digas esas palabras, última esperanza. Muy seguramente los Yo multidimensionales de Enki, Ninhursag o de los otros se están acercando hacia la activación de sus genes divinos , dijo Inanna.
"Bueno, parece ser cuestión de sincronicidad y sinergia, querida. Si sólo uno despierta, los otros que también lo deseen despertarán simultáneamente. La transformación es interconectada. Cada humano está conectado a otro, y por eso cada uno es parte de los otros. Todos son vitales para nuestra misión".
"Te extraño, Anu. Dale mi amor a mi bisabuela Antu. Cerraré la transmisión ya. No dejes que Atilar te moleste".
Anu se volvió a su hijo Enlil con toda su majestuosidad y belleza. Los dos eran tan parecidos por naturaleza que incluso el cabello dorado de Enlil estaba empezando a encanecer como el de Anu. Había sido una época difícil para ambos líderes. Anu había perdido a Nibiru y Enlil a la Tierra. Los dos, padre e hijo, habían pasado los últimos siglos conformando un ejército de renegados para reclamar el sistema solar Pleyadense de las manos de Marduk y sus tiranos. Estaban planeando el regreso y trabajaban hombro a hombro con el Consejo y muchos otros líderes pleyadenses que también estaban en el exilio. Pero primero había que sanar las heridas que la familia de Anu le había causado al planeta Tierra.
Anu y Enlil, así como Enki y los otros, habían sido obligados a pensar introspectivamente. Tenían que llegar a un acuerdo con la etapa adolescente de su evolución y tenían que cambiar lo suficiente para ir más allá de la tiranía. Anu y Enlil fueron hacia la puerta y le ordenaron a Atilar que los siguiera para encontrarse con los Etéreos.
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