La gran pirámide en Giza, el Ekur, es un receptor natural de energías. Incluso sin las mejoras de la tecnología pleyadense cualquier pirámide recoge y amplifica las frecuencias circundantes. De modo que la ira y el odio que generaron nuestras guerras se amplificaron con la presencia del Ekur.
Como consecuencia del odio que sentíamos por los nuestros, la atmósfera de la Tierra se volvió pesada y se oscureció. Esta nueva densidad, esta baja en la frecuencia, estaba penetrando dentro de cada cosa viviente sobre Terra y la estaba alterando. En medio de su sabiduría, Ninhursag se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, pero el resto de nosotros no lo notó.
Como consecuencia del odio que sentíamos por los nuestros, la atmósfera de la Tierra se volvió pesada y se oscureció. Esta nueva densidad, esta baja en la frecuencia, estaba penetrando dentro de cada cosa viviente sobre Terra y la estaba alterando. En medio de su sabiduría, Ninhursag se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, pero el resto de nosotros no lo notó.
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Vuestros científicos contemporáneos entienden el campo magnético que rodea a todos los cuerpos astrales, que se conoce como la magnetósfera. A medida que la magnetósfera rodea a todo el planeta, es atraída hacia las regiones polares en Terra donde se concentra. Ellos también están conscientes de que la magnetósfera protege a la Tierra de los vientos solares, que están compuestos de partículas de plasma de elevada energía que viajan a 200 millas por segundo. Estos vientos solares literalmente bombardearían el planeta si no fuera por el campo magnético circundante que desvía los vientos solares de plasma.
El plasma es el material más abundante en vuestra galaxia y, por ende, una fuente de energía apetecible. Las pirámides contenían una tecnología nuestra actualmente desconocida para ustedes que permitía acceso al plasma dentro de los vientos solares. De ahí se sacaba energía. Las pirámides se colocaron estratégicamente alrededor del planeta y se usaban como receptores de plasma. El Ekur era el receptor de energía más grande en Terra. Todas nuestras naves espaciales están dotadas de receptores similares a menor escala. Por supuesto, todos los planetas que los pleyadenses han colonizado tienen pirámides para recibir energía de plasma.
El Ekur fue diseñado para conectar el plasma de los vientos solares con el campo magnético que hay en el centro de la Tierra. Este plasma de alta energía se canalizaba como con un embudo por el eje vertical de la pirámide, mientras que el magnetismo del centro de la Tierra era dirigido hacia arriba por el mismo eje. Ambos eran concentrados en una trayectoria coherente e intensa, similar a lo que sus científicos han logrado hacer con la luz en la tecnología láser.
Miles de las que nosotros llamamos "piedras cantantes" reciben y conducen esta energía. Hay fragmentos enormes de ámbar, rubí y zafiro; cristales altos de citrina, esmeralda y aguamarina están en un orden armónico con la amatista, el diamante y el cuarzo. Muchas de las piedras serían desconocidas para ustedes, como por ejemplo el uzup, que se recoge en el sistema solar pleyadense.
Las "piedras cantantes" se colocan de una manera consecutiva en una espiral en todo el centro del Ekur. En el centro de la espiral hay un cristal azul monolítico. El ápice del cristal se alinea perfectamente con la punta de la albardilla de la pirámide para que haya una amplificación de energía magnífica. Las "piedras cantantes" son un espectáculo digno de presenciar.
Cuando el plasma entra por la parte superior del Ekur y el magnetismo entra desde la tierra, se encuentran en el cristal azul que está en el centro. Las dos energías se unen, remolinean en medio de un vórtice de poder sumamente poderoso en forma de torés, una forma geométrica que se parece a una rosca de pan. Cuando el torés se forma, las dos energías se convierten en una bella unión de fuerzas en forma de espiral. El torés de flujo magnético en consecuencia se pone en movimiento con un anillo que voltea sobre sí mismo hacia adentro y otro hacia afuera. En esta forma creamos el movimiento perpetuo.
La belleza de esta tecnología no es algo inusual para nosotros. Las formas que nosotros los pleyadenses usamos deben estar en armonía con su propósito; por eso, la función nunca es más grande que la forma. Una debe reflejarse y ser igual a la otra o se disminuye el poder. Nuestra nave espacial y nuestras ciudades son de la belleza y elegancia más perfectas.
Estoy consciente de que hay un debate en cuanto a si la cubierta exterior del Ekur era de blanco alabastro o turquesa. Era de ambos. En un lapso de 300,000 años experimentamos con diferentes cubiertas para ver cuál generaba más poder, pero la albardilla siempre fue de oro, pues éste es un magnífico conductor.
Después de firmados los acuerdos de paz, se autorizó a Ninurta para que desmontara todos los sistemas bélicos del Ekur, dejando solamente suficiente poder para controlar los climas y unos cuantos instrumentos de comunicación. Yo lo seguí hacia la gran Pirámide. Cuando Ninurta desmontó las piedras cantantes, yo le pedí unas cuantas esmeraldas. Él se negó, indicando de una forma santurrona que todas las piedras debían ser transferidas al nuevo centro de poder en Heliópolis, el dominio de Enlil.
Ninurta, que siempre era rígido e inflexible, perseguía a mi Padre Nannar a todas partes. Ambos eran hijos de Enlil, pero mi padre es tan encantador y buen mozo, tan lógicamente dotado que era evidente que entre los dos Enlil prefería a mi padre. Ninurta solamente podía esperar cumplir con sus deberes a cabalidad para ganarse la aprobación de Enlil. Por eso Ninurta era muy minucioso, muy aburrido. El deber y la integridad son cualidades maravillosas, pero Ninurta no tenía sentido del humor.
Enlil es estricto en su fidelidad a la autoridad nibiruense y, una vez que había promulgado una ley en Terra, la seguía al pie de la letra. Su hermano Enki es más flexible, más inventivo. Generalmente Enlil tomaba partido por Nibiru, mientras que Enki sentía un amor profundo por Terra y los Lulus y a menudo luchaba por el mejoramiento de la humanidad.
Como parte del acuerdo de paz, Enki hizo ciertas exigencias en favor de los Lulus quienes habían sido muy perjudicados por nuestra guerra. Se destruyeron muchas ciudades y los Lulus murieron en grandes cantidades. Enki exigió que se restauraran las ciudades que habían quedado en ruinas y que se construyeran nuevas. El quería dar a los Lulus la posibilidad de ser más que trabajadores esclavos. Por lo tanto se decretaron leyes que les daban la oportunidad de escoger trabajo con base en sus talentos. Se les proporcionó una extensa variedad de ocupaciones y roles más productivos en sus estructuras sociales.
Como consecuencia de la devastación de la guerra, se les limitó el poder a los hijos de Enki. Marduk se enfureció cuando se enteró de que a su medio hermano Ningishzidda le habían otorgado Giza y el bajo Egipto. Ningishzidda era considerado neutral en la división familiar porque es hijo de Enki, pero su madre, Ereshkigal, es la nieta de Enlil. Marduk codiciaba todo Egipto; él quería el mundo entero.
A Ninurta se le dio el control de la nueva capital de Sumeria, Kish, lo que le dio aún más poder y enfureció más a Marduk. El quería Kish y el dominio de Sumeria, así como su ciudad favorita, Babilonia. Todos amábamos Babilonia; era tan hermosa en aquellos días y sus famosos jardines eran el marco para muchos de nuestros festivales más famosos. La gente de Babilonia me llamaba Ishtar, y en mi honor construyeron un hermoso portón de piedra cubierto de oro y lapislázuli. Si viajan allá hoy, en la ciudad vieja podrán ver vestigios de los templos que construimos para nosotros.
A Marduk le habían arrebatado la mayoría de los dominios que deseaba. Cavilando sobre sus pérdidas, decidió tomar acción secreta y se inventó un plan para utilizar a los Lulus en contra de los otros dioses.
Siguiendo un programa de austeridad, disciplinas de concentración intensas, Marduk activó su voluntad de cobra. Por medio de cristales y rayos de frecuencia colocó formas de pensamiento en las mentes receptivas de los Lulus. Su magia tuvo mucho éxito ¡Por primera vez a los Lulus se les ocurrió que podrían ser iguales a nosotros! Despertaron en la noche con una visión: una torre enorme que llegaba hasta el cielo y el conocimiento de cómo construirla.
Parecía como si los Lulus llegaran de todas las partes de la Tierra mientras se reunían en las llanuras en las afueras de Babilonia. Empezaron a construir una torre que llegara hasta el cielo donde podrían exigir igualdad de parte de los dioses. ¡Algo muy peligroso! Marduk debió de haber pensado que más tarde podría quitar esa tontería de sus cerebros. ¡El Dios Marduk da, y el Dios Marduk quita!
En esa época, los Lulus solamente requerían de un lenguaje muy sencillo. Los conceptos complejos no se encontraban en su idioma porque su vocabulario estaba restringido a las palabras que necesitaban para ejecutar trabajos manuales u obedecer órdenes. Pero aún poseían restos de sus habilidades telepáticas originales desde la época en la que todavía estaban en armonía con los animales de Terra. Esas habilidades telepáticas estaban funcionando en pleno cuando de una forma misteriosa empezaron a reunirse para construir su torre hasta el cielo.
Cuando Enlil se dio cuenta de lo que los Lulus estaban haciendo, se apresuró al lugar, caminó entre ellos y los amonestó para que suspendieran el proyecto. Les dijo que este acto era algo contra la voluntad de sus creadores y que deberían detenerse o de lo contrario serían castigados. Para sorpresa de Enlil hicieron caso omiso de sus palabras. Era como si nunca lo hubieran visto. Enlil se deprimió. Solamente un Dios podría producir esta magia y el único que él se imaginaba que podría hacerlo era el despreciado hijo de Enki, Marduk. Enlil sabía que tendría que tomar medidas drásticas y generar un campo energético más poderoso que el de Marduk.
Enlil destruyó la torre de Babel con un rayo de partículas. Los Lulus quedaron estupefactos. La mayoría murió y los que tuvieron la mala suerte de vivir experimentaron las agonías que produce la radiación. Además su memoria había sido removida. Los Lulus caminaron tambaleando sin rumbo, sin saber a dónde ir o de dónde habían venido. Era algo deprimente. Cada Lulu empezó a sentir una pared invisible de separación que crecía a su alrededor por toda la Tierra. Las ciudades y los pueblos quedaron invadidos por las frecuencias de separación de Enlil. Y a partir de ese momento todos los humanos fueron animados a poner de relieve su heterogeneidad y a desarrollarla. Para cada región se crearon nuevos idiomas; unas razas empezaron a denigrar a otras y a la gente se le enseñó a temerse mutuamente. Los Lulus aprendieron a odiar y a pelear entre ellos mismos.
Por añadidura, a cada Dios le dieron nombres diferentes, hubo disputas en cuanto a cuál de los dioses era el verdadero, aunque a menudo sólo se trataba del mismo Dios, pero con un nombre diferente. A mí me decían Ishtar, Venus, Hathor, Afrodita, Lakshmi, Rhiannon y muchos otros nombres. Se fomentó la disensión entre los Lulus. Nunca más se les permitió a sus antepasados unirse contra nosotros y nunca más recordaría la especie humana que todos venían de la misma fuente: una criatura salvaje de Terra y mi tía abuela Nin.
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Mi última experiencia con el Ekur tiene que ver conmigo y con Marduk. Tal vez recuerdan que cuando asesinaron a mi esposo Dumuzi, fue Marduk quien estuvo detrás de todo. Es cierto que antes y después de la guerra mi mayor deseo era gobernar Egipto, pero Dumuzi era demasiado débil para adueñarse de él por sí solo. Egipto era tan rico y, con mi ayuda y resolución, éste pudo haber sido dominio de Dumuzi y yo hubiera sido su reina. Marduk estaba decidido a frustrar mis ambiciones. A mí nunca me había gustado estar al lado de Marduk. Su necesidad de controlar a todo el mundo era tan insoportable. Hasta su aspecto me repugnaba. Su belleza cruel y majestuosa tenía como único fin generar temor.
Hubo una investigación después de la muerte de Dumuzi. Marduk alegó que, aunque él había dado la orden de detener su huida, la muerte de Dumuzi había sido un desafortunado accidente, la consecuencia de tropas demasiado celosas.
Durante la guerra yo obtuve fama por mi coraje y dominio de las armas. Cuando escuché la excusa tan patética de Marduk por el asesinato de mi esposo, perdí la razón. Anuncié mi determinación de acabar con Marduk. Como yo tenía la reputación de una combatiente aguerrida, lo que inspiraba temor, Marduk huyó al Ekur.
Volé hacia las pirámides. Vestida con una armadura de oro y blandiendo mis armas, de una forma arrogante le ordené a Marduk que saliera. Él no me hizo caso, algo que yo detesto y, por supuesto, perdí la calma. Lanzándole toda clase de maldiciones a Marduk levanté mi rayo de plasma y empecé a disparar a los lados de la gran pirámide. Las piedras del Ekur empezaron a temblar.
Fue todo un espectáculo. Con mis pechos al aire y hermosa desaté mi furia pasmosa; es que yo soy muy apasionada. Todos contamos chistes despectivos sobre la operación de la cola de Marduk, y le grité Gran Serpiente y otros nombres excelentes que no voy a repetir aquí.
Los otros dioses se estaban poniendo nerviosos. Mi hermano Utu decidió llamar a Enlil y, conscientes de que Anu es la única persona que yo escucho, Enlil lo llamó. Sobre los cielos de Giza apareció un holograma de Anu. Él me rogaba a mí, su amada Inanna, que desistiera de mi ira. Anu sabía que Marduk había escondido armas en el Ekur y no quería que su Inanna fuera lastimada. Él me ama. Anu me aconsejó que llevara a Marduk a juicio delante de los dioses. Yo accedí porque después de todo no sabía cómo iba a entrar en la pirámide y ya se me estaban acabando las imprecaciones.
Nosotros nunca antes habíamos tenido un juicio real. A Enlil lo habían desterrado por violar a su futura esposa, pero nunca fue procesado en una corte. Nadie sabía qué hacer y nadie quería juzgar a otro dios por algo que ellos querrían hacer más tarde. Se sentaría un precedente de castigo que algún día recaería sobre ellos. Puesto que Marduk había contratado a alguien para que matara a Dumuzi, ¿sería su crimen punible con la pena de muerte? Nadie quería pronunciar una sentencia de muerte sobre un miembro de la familia de Anu.
Me dijeron que me hiciera yo misma cargo del asunto y mi adrenalina todavía estaba fluyendo. Se me ocurrió el castigo perfecto: sellar a Marduk dentro del Ekur, o sea, enterrarlo vivo, sin comida y sin agua. Como ninguno quería tomar la iniciativa, todos estuvieron de acuerdo con mi plan. Se enterraría vivo a Marduk en el Ekur. Yo estaba feliz.
Yo sabía que incluso sin agua y comida, la energía de la pirámide mantendría vivo a Marduk por un tiempo. Esto le aseguraba una muerta larga, prolongada y horrible. Estaba muy complacida conmigo misma. Yo soy tan creativa y había vengado a Dumuzi. No es que hubiera estado muy enamorada de él, pero había llegado a despreciar a Marduk y lo quería fuera de mi camino para siempre. Personalmente estuve allá para las ceremonias. Sencillamente se bajaron palancas y bloques enormes de piedra cayeron uno encima del otro, sellando a Marduk en su tumba.
Bueno, incluso Marduk tiene madre. Ella no estaba muy feliz con lo que había pasado y empezó a suplicarle a Enki. Todavía más patética fue la hermana esposa de Marduk, Sarpanit, quien desfilaba desnuda día y noche frente al Ekur. Hizo todo un espectáculo llorando y golpeando las paredes con sus pequeñas manos que sangraban. Se reunió una multitud de Lulus a observar y Enki débilmente cedió.
Me presionó para que me retractara. Enki y yo éramos muy buenos amigos. Después de todo, él me había dado los MEs divinos. Entonces, renuentemente, accedí a que lo soltaran.
Yo sabía que eso era un error pero no podía discutir mucho tiempo con Enki. Entonces acepté con la condición de que Marduk hiciera ofrendas en todos mis templos para suplicar mi piedad. Se removió entonces la albardilla de la pirámide por medio de rayos de plasma poderosamente concentrados y se puso en libertad a Marduk. Si Marduk y yo nos habíamos despreciado antes, pueden imaginar que este pequeño incidente no mejoró nuestra relación. Tal vez de vez en cuando él despertaba en la noche, y oía mis gritos espeluznantes: "¡Que lo entierren vivo!" Él ya era mi enemigo y yo sabía que eventualmente buscaría la venganza. Pero mientras tanto lo habían mandado al exilio como castigo por el asesinato de Dumuzi.
Las ambiciones de Marduk de gobernar el mundo no se esfumarían tan rápidamente. Algún día regresaría. Oscuros y cavilosos, lo ojos rojos de Marduk impregnaban mi alma. Lo sentía esperando, conspirando en medio de su ira silenciosa.